Ser mamá sorda en medio de un mundo que es invadido por el ruido de fondo y la estridencia, convierte al silencio como un lugar de refugio, como el mejor acompañante de la maternidad y el mejor lugar para conectar, sentir y descansar.
Jacinta es una mamá sorda. Una mamá que escucha a través de los ojos, a través de las caricias, de los aromas y de los sabores. Una mamá que considera que la sordera no es una limitante para entregarse con presencia plena a la maternidad. Al contrario, ella lo llama «una bendición» porque le ha permitido conocer profundamente a Violeta, su pequeña hija de casi dos años.
Ella mira a Violeta y sabe que necesita. La conoce a través de sus ojos y de su piel. Reconoce sus gestos faciales de euforia, de hambre, de sueño, de enojo, de miedo, de seguridad y de todas sus emociones. Ella la mira y le da lo que necesita.
Una historia que inspira:
Hoy te voy a contar la historia de Jacinta, una mujer que se transformó en madre hace dos años y que vive la maternidad en conexión auténtica con su hija Violeta.
Jacinta es cuencana, es antropóloga y al igual que cualquier otra mamá en el mundo; tiene los mismos derechos y las mismas responsabilidades como madre. Sin embargo, posee una característica peculiar: tiene una discapacidad auditiva que fue descubierta por sus padres cuando tenía dos años de edad.
Por siete años Jacinta vivió en México. País al que se mudó con sus padres para asistir a un instituto en donde le enseñaron a leer, escribir y hablar.
Con estas destrezas retornó a Cuenca (Ecuador), ciudad en la que por varias ocasiones sintió un trato diferenciado y aislamiento. Sin embargo, su seguridad, autoconfianza y personalidad le ayudaron a vivir estas experiencias desde la aceptación y el amor.
Años más tarde llegó la noticia de su gestación y los miedos de «primeriza» se manifestaron en ella. Le preocupaba que su hija también tenga discapacidad auditiva.
Otro de sus temores consistía en no poder atender los llantos de su hija y reconocer lo que le desea comunicar. Pensaba que para entender y atender las necesidades de Violeta debía oír su llanto.
Su embarazo y parto es otra historia… Pero, les contaré que decidió parir en casa con el acompañamiento de una partera profesional, después de tener una mala experiencia en el sistema médico, en donde invalidaron sus necesidades.
El nacimiento de Violeta fue revelador para Jacinta. Ella descubrió que al dejar de utilizar sus audífonos podía atender desde la calma, la presencia y la conexión los llantos y las necesidades de su hija. Habitar en un silencio profundo, le proponía conocer con mayor atención a Violeta, leer sus expresiones faciales y ofrecerle lo que necesita.
Han pasado dos años desde que Jacinta se estrenó como madre y desde que descubrió que para maternar su discapacidad auditiva no es una limitante, al contrario, es una oportunidad para conectar más, mirar más y sentir más desde el corazón.
Hermoso, la maternidad te ayuda a descubrir de lo que estamos hechas, nos ayuda a encontrar nuestro propio poder interior.
No lo pudiste decir mejor. Y es que las madres tenemos ese don.
Jacinta, quizás no me conoces, cuando eras pequeñita seguí tus pasos y progresos cuando vivian en México a través de tu abuela Belén.
Ahora sentirte maternando desde el 💓es algo maravilloso. Un abrazo profundo.